La oscuridad abrasa mi piel,
devorando mi mente y mi cuerpo,
demostrando mi debilidad ante ti...
mi debiliadad es tu cuerpo...
que solo vive para ti...
Mis sueños son pesadillas,
la soledad crece en este rincón que sólo la frialdad es capaz de llenar.
Tan viva y a la vez tan muerta,
mi boca se agria con palabras que enloquecen mi alma
y confundida me levanto intentando escapar de la noche.
Se que una vez sentí la luz, pero apenas la noto.
Vago a ciegas por mi oscura esencia en busca de una salida a mi agonía,
me pesa la espalda y me duelen los ojos,
pues mis lágrimas ahora son promesas rotas que calman el dolor de mis heridas.
El vacío se hace intenso y desesperada caigo,
impasible ante el choque de mi cuerpo contra el suelo
creo el único sonido que se extiende por mi cabeza.
Me abrazo en un intento de no sentir más miedo y vacío. Me falta algo pero aún no se que es, tan importante como poder quitar el velo que cubre mis ojos.
Tiemblo en la oscuridad, sabiendo que he dejado de existir y que mi cuerpo es una esencia más.
Me encojo de sufrimiento y mis piernas se agarrotan de cansancio,
quizá sea el final sin embargo una brizna de esperanza siempre brilla ante mí.
Tan débil que apenas casi puedo verla.
Cierro mis ojos aceptando que mi destino es permanecer en la oscuridad y nada más. Que no debo sentir nada salvo soledad, que siempre llorare en silencio sabiendo que nadie escuchará mis gritos.
Tumbada boca abajo intento rendirme ante la adversidad, no se cuanto tiempo he estado aquí ni cuanto estaré, solo quiero que acabe pronto.
Un suave roce en mi mano me hace levantar la cabeza, ¿habrá sido un suspiro del silencio?
Sin embargo sólo una bella luz es capaz de quemar la venda que cubre mis ojos, y poco a poco vislumbro un rostro. Me veo reflejada en unos cristalinos ojos que reproducen en mí un sentimiento gratificante.
El rostro me quema y observo que una mano lo acaricia, siempre con una tierna sonrisa que calma mi dolor.
Arrodillado ante mí me ayuda a levantarme, proporcionándome la cálida brisa que proviene de sus alas.
Las piernas me pesan sin embargo me sujeta para que no vuelva a caer y permanece a mi lado hasta que consigo levantarme del todo.
Una vez en pie con dificultad vuelvo a mirarle, y de nuevo me hundo en sus ojos donde la paz ahoga mi alma.
Siente que tiemblo y me abraza dando un tiempo de descanso a mi soledad.
Me duermo en su pecho donde un sentimiento desconocido palpita en su interior.
Me encanta su sonido y sin darme cuenta mi cuerpo corresponde a ese abrazo.
Observo que a pesar de que la oscuridad nos rodea no es capaz de alcanzarme, sus alas me protegen dándome la luz que tanto necesito.
Es tan hermoso y a la vez tan extraño, parece un ser humano sin embargo su esencia es la de un ángel.
Y no puedo evitar preguntarme por qué esta aquí y qué quiere de mí.
Levanto mi cabeza en busca de su azulada mirada, él está ahí paciente ante mi sorpresa.
Parece esperar algo que aún desconozco, sin decir nada aparta el cabello de mi rostro y lo admira fascinado mientras lo acaricia suavemente.
Con la otra mano acerca mi cara más a él y observa mis ojos durante un instante, después una abrumadora sonrisa.
Sus ojos son tan tiernos que olvido por completo todos los sentimientos que corrompen mi alma y cuerpo.
Entonces una explosión de felicidad rompe en mí y siento que algo también palpita en mi pecho, el cuerpo me abrasa y mi mente se difumina.
Sus labios se han posado en los míos y siento que me duermo en ellos, arropada por sus brazos.
Temerosa de caerme ante mi descanso abrazo su cuello, y entonces la calidez comienza a nacer en mi interior. Nuevos sentimientos inundan mi corazón, tan desconocidos a un ser de la oscuridad que cuando los experimentas sientes morir de placer y alegría.
Sin darme cuenta me encuentro de nuevo apoyada en su hombro descansando, quizá tema que pueda volver a caerme y no pueda levantarme.
Me aparto de él, sus brazos siguen sujetando mi cuerpo para que no escape a la oscuridad y con algo de miedo le pregunte.
- ¿Quién eres?- sus ojos se abrieron de sorpresa ante mi pregunta,
pero más tarde una sonrisa se dibuja en su rostro.
Me acerca más a él hasta acabar de nuevo arropada por sus brazos y entonces una cálida brisa se posa sobre mi oído.
- Yo soy tu luz…-susurró con una tierna voz.
Se aleja poco a poco de mí y me levanta el rostro con dulzura,
- Y te busco a ti…- y de nuevo volvió a posar sus labios sobre los míos acabando por completo con la oscuridad de mi corazón.
lunes, 27 de abril de 2009
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